Eres mía, Tania - Un romance marcado por el destino... y una sombra que acecha. Tania, una joven de 18 años, comienza su primer año en la universidad estudiando informática. No esperaba que el pasado regresara de golpe cuando se reencuentra con Marcos Andrades, su primer amor, el chico que le robó su primer beso en un campamento hace cuatro años. Pero Marcos no es el mismo de antes. Algo lo atormenta, un secreto que lo mantiene distante, incapaz de admitir lo que siente. Cuando Matt, un nuevo estudiante, entra en su vida, todo cambia. Lo suyo no fue un flechazo, sino un amor que creció poco a poco, lleno de complicidad y momentos compartidos. Entre la indecisión y los sentimientos encontrados, Tania se encuentra atrapada en un triángulo donde el amor y el miedo van de la mano. Pero lo que parecía un simple dilema amoroso toma un giro oscuro cuando comienzan a llegar mensajes de un número desconocido. Al principio, Tania los ignora, sin imaginar que cada mensaje es una advertencia... o una amenaza. Alguien la observa. Alguien la quiere solo para sí. Y cometer el error de ignorarlo podría costarle más de lo que imagina. ¿Será capaz de descubrir la verdad antes de que sea demasiado tarde?

-Solo dejate besar...-Susurró Marcos, sosteniendome de la cintura robandome un beso en los labios, pero más allá de un mínimo roce, este era más intenso. Se me escapo un suspiro de placer, mientras jugábamos con nuestras lenguas sedientas. Pidiendo más, por que realmente eso era lo que ambos necesitábamos para desconectarnos de el mundo. -A-ah... ¡Basta! Exclamé- Intente detenerlo pero no pude, su cuerpo presionaba encima de mi, moviendo su cintura un poco brusco, rozando mis muslos. Era algo que nunca hice, pero con el, era emociones y sentimientos que parecían únicos. Y no hablo por lo caliente que me encontraba. Se que eramos más que eso. Comencé a mover mi cintura, de atrás hacia adelante, aruñando su espalda de placer. Lo necesitaba más que a nada, lo amaba. Era obvio, seguí besándolo con fuerza y delicadeza al mismo tiempo que el se movía velozmente. En ese instante, me recoste en la pared, soltando mi respiración agitada sólo abrazándolo.