Del rapto y otros pormenores
Nadie sabe el propósito real de su existencia.
Él era líricamente frío, y poéticamente destructivo. Podía tomarte en sus brazos, dándote calidez y seguridad por unos instantes para luego arrojarte al vacío sin esfuerzo. Miles McCartney podía tener unos ojos de ángel, pero estos pertenecían al mismísimo diablo.