Nacemos, vivimos y morimos. Los mundos cumplen su ciclo y se convierten en polvo. La ceniza de los soles extintos da vida a entidades, planetas y más estrellas. La creación se extiende infinita por multitud de planos, reinos y realidades. Los dioses y los seres oscuros se mantienen bajo un orden que se sustenta en El Silencio Primordial. La Convergencia, un conjunto de mundos forjados por un creador muerto, se halla bajo amenaza. Abismo, El Pozo sin fondo, regido por un ser conocido como Él, afianza su poder y las oleadas de criaturas aumentan. Las razias en los mundos de La Convergencia se han trasformado en conquistas y exterminios. Nadie está a salvo de la destrucción. El Silencio Primordial, la fuerza que originó la creación, se ha mantenido al margen de las guerras entre las especies oscuras y los seres que habitan los mundos. Obró al principio y permaneció en una existencia que abarcaba todo sin inmiscuirse en nada, pero, cuando el orden al que dio forma comience a resquebrajarse, ¿se mantendrá El Silencio sin intervenir? Vagalat y Adalt, dos miembros de Los Guardianes de Abismo, siguen el rastro a unos Silentes, unas criaturas que han escapada de Abismo y han comenzado a convertir a los humanos en recipientes de más de su especie. La caza determinará el destino de los dos guerreros, ambos se verán trasformados, pero Vagalat además sufrirá una revelación que lo llevará a cuestionarse su propia existencia. ¿Es posible que nuestra vida no sea más que un espejismo que oculta un pasado que desconocemos? ¿Podríamos haber sido aquello que tanto odiamos? ¿Seriamos capaces de perdonar nuestros pecados, aunque estos nos destrozaran al conocerlos? ¿Mantendríamos la esperanza si el mundo que nos rodea se cayera a pedazos y solo quedara una vaga ilusión de que hacemos lo correcto? Únete a Vagalat, descubre la verdad sobre él y acompáñalo en un viaje por una creación inmensa mientras combate en nombre del Silencio.

Me gustaría tener la capacidad creativa suficiente para ponerle a esta novela un nombre adecuado, como "Historias de la Guerra I" o "Historias de la guerra: cuando me rompieron el bolso en las rebajas y le partí la cabeza a una señora con un paraguas", pero no es el caso. Esta es la historia de Grimaldi. Totalmente verídica, sin adornos, y extraída de un diario que encontré en un sótano lúgubre de una mansión abandonada de Chicago.

Todos los derechos reservados.

antes estos poemas eran pretenciosos ahora un poco menos

A April le va un poco regular. Tras recibir una paliza por parte de unos camellos que buscaban a su madre los servicios sociales le dan dos opciones: o esperar a cumplir los 18 en una casa de acogida o volver con su hermano Caleb, al que lleva casi diez años sin ver. De las dos, elige la opción que no supone compartir el baño con a saber cuantos desconocidos y no le queda más que arrastrarse a su antiguo barrio, uno de los más problemáticos de Dallas. Pero es que después de dedicarse al porno y haber tenido que soportar los desvaríos de la yonki de su madre a April no le da miedo nada; ni las peleas callejeras, ni las zorras cocainómanas ni las desapariciones de chicas de su edad que se vienen sucediendo durante los últimos años. Aunque probablemente sí que le venga bien que alguien le eche una mano.

Las experiencias con el amor no son fáciles. La inocencia del primer amor, en ocasiones, te envuelve en historias no recíprocas que a pesar de ser intensas, te dejan heridas que te persiguen hasta que te decides a quererte a ti misma. En ese momento, todo puede volver a comenzar.

Cada loco con su tema. El problema es que tengo demasiados. Ilustraciones de Sara Herranz.

Al menos yo; no lo podía encontrar. No sé si te ha pasado. Supongo que sí. Supongo que sabes el golpeteo de "para qué". De "por qué". Las lágrimas vacías y los corazones sonrojados de indiferencia. Pero después de todo; lo hay.

Título original: Minds Título en castellano: Mentes Adolescentes Digamos que esta no es la típica historia de adolescentes y amor.

La tribu de los manchados se había ganado su nombre por la mancha en el rostro de su líder, Tiago, un espectro blanco que cruzaba el color canela de su frente, de sus mejillas. Eran seis y se les conocía en el barrio por esos pequeños delitos constantes que solo cometen los niños salvajes, sin escrúpulos. Robar una tienda, un coche de policía, un allanamiento de morada. Todo coronado por esas risas infantiles que se escuchaban en las noches más frías, en un barrio tan oscuro de la ciudad que los maderos habían renunciado a imponer el orden en esa jungla de neones. La tribu de los manchados -hijos de personas rotas, de hogares rotos, de patrias rotas- no eran lo peor que el barrio había visto. Pero, sin embargo, algo estaba cambiando. De manera gradual, natural e imperceptible, el tiempo sigue pasando. Los manchados se hacen mayores. Y, ante eso, lo único que queda es esperar a la catástrofe.