Jonathan tiene dieciséis años y está mortalmente aburrido: se pasa las tardes leyendo, cuidando de sus cactus, escuchando Evanescence y cocinando cupcakes. El primer día de clases, sin embargo, ocurre algo inesperado: hay un chico nuevo. Se llama Sebastián, canta en una banda de metal y será quien va a sacar a Jonathan de su vida monótona y aburrida. Y quién sabe. Tal vez muchas cosas más. No obstante, algo está pasando en cuarto año: un estudiante desconocido autonombrado el Buchón está divulgando en internet los secretos más oscuros y vergonzosos del curso. Ambos, Sebastián y Jonathan, tienen secretos... Así que tendrán que descubrir al Buchón antes de que se meta con ellos.

Anker vive en un mundo donde los seres humanos no pueden soñar. Por las noches, quienes deseen adentrarse en el mundo de los sueños deben ingerir píldoras diseñadas especialmente para ello. En el tren elevado, Anker compra una día el primer sueño de su vida.

Aunque lo ve todas las noches, Andrés no sabe dónde está Agustín. Perdido entre las telarañas de su pasado, sumergido en los recuerdos, adormilado por los medicamentos psiquiátricos. El tiempo, en la sala de Salud Mental donde ambos -enfermero y paciente- comparten las noches, parece transcurrir más lentamente. El tiempo corre, tropieza, asusta, traiciona. El tiempo de Andrés y Agustín ya no es tiempo. Quizá, puedan atraparlo juntos y encerrarlo en un pastillero, para que nunca más se les escape.