Alejandra es alguien que siempre lo ha tenido todo, o al menos eso parece. Es hermosa, inteligente, dueña de un conglomerado que podría salvar al mundo; ella es todo lo que cualquiera quisiera ser. Kathleen es una ferviente enamorada del amor, de que al final siempre hay alguien para ti en alguna parte. Kathleen aprenderá a las malas que a veces no existe un único amor, al contrario, a veces el corazón es capaz de amar sin límites incluso aunque tú no lo hubieses planeado. A veces aunque ya hayas decidido qué es lo que quieres de verdad, siempre tendrás la duda de que en realidad no era lo que realmente necesitabas, a veces tu corazón es capaz de necesitar tanto a dos personas y al final, no poder decidir a quién realmente amas. Ambas se conocerán en circunstancias poco convencionales, ¿crees en eso de las casualidad o eres fanática de las causalidades?, y nacerá el famoso "click" entre ellas. Pero no será suficiente, no cuando cada una tiene una historia que contar con protagonistas que jamás fueron invitados. A veces sin importar qué tanto ames a alguien simplemente no está en tus manos defender ese amor, y más cuando al final no sabes realmente a quién amas. Déjenme sus comentarios a favor y en contra, ¡serán de gran ayuda! ¡No olvides votar si te gusta! ¡POR FAVOR NO COPIEN, INVENTEN! Copyright 2020 de Sol Obregón. Todos los derechos reservados. Obra registrada en el instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual IEPI bajo el código S-662720. Queda totalmente prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio escrito, visual, electrónico, digital, auditivo o audiovisual. Quedan igualmente prohibidas las adaptaciones sin el permiso previo de la autora. Recuerda: La Ley castiga a las personas que cometen plagio. Portada dedicada a @editorialcolors

Y de repente, mi vida volvió a su eje, las ganas de llorar pasaron, me sentí revitalizada. Ahí estaba, ella, no tenía ni idea del impacto que había causado en mi, pero yo le agradecía. Le hice un guiño con mi ojo y ella me devolvió el saludo de una forma amistosa. Estaba como siempre. Hermosa. Sentí el impulso de besarla. Alejé esos pensamientos de mi cabeza, la sacudí fuertemente intentando que salgan disparados en todas las direcciones. No podía ser. Era socialmente incorrecto. Aquello que sentía era imposible, además ella nunca se fijaría en una mujer, lo sé por su forma de ser. Solo que había algo en ella, algo inusitado que me impedía eliminar algún atisbo de esperanza de un sopetón y eso producía en mí la misma sensación que produce una medicina que está haciendo efecto en nosotros.