42.[editando]
Asher se había pasado lo que quedaba de noche encima de una silla y de cuclillas, mirándola. Le gustaba mirarla, y no le importaba casi el dolor que, al mismo tiempo, sentía.
Asher se había pasado lo que quedaba de noche encima de una silla y de cuclillas, mirándola. Le gustaba mirarla, y no le importaba casi el dolor que, al mismo tiempo, sentía.