Un fragmento del pasado conservado como una vieja fotografía, una vida que no ha terminado, rompiendo toda regla natural, alguien cuyo recuerdo existió y, que aún cien años más tarde, sigue sin acabar. Su existencia interrumpida, su vida enfrascada, una memoria que no ha conseguido ponerle punto final a su historia.

Las pasiones pueden ser reveladoras, en un momento podemos tener el control sobre ellas y en otro ser dominados. Arslan con apenas trece años descubrió aquello y, sin duda falló al intentar tener templanza, después de todo, ¿qué era la templanza, cuándo los placeres volátiles lo dominaban?, no, no había más en su vida que las irascibles sensaciones de placer que aquel joven de tez morena le hacían sentir.

Él tenía a amarlo... Pero en especial, tenía miedo a perderlo. ¿Y qué podía hacer, más que fantasear con él, soñar con él y vivir por él, aunque él no se diera cuenta? ¡Y el pobre chico, no hacía más que llorar por sus amor no correspondido... Llorar por su 'amor doloroso'!

Shinya siempre había tenido sentimientos inquietantes sobre su amigo Guren, esta historia cuenta su primera cita y el inicio de algo especial.

Saruhiko es un actor aficionado a la literatura, más específicamente, él adora cada uno de los volúmenes de un libro que lleva como título “Ojos ámbar”. No sabía cómo un escritor pudo llegar a crear obras tan maravillosas, personajes tan auténticos, tan perfectos. Y si, sentía un profundo apego por el protagonista de la obra, quien era el dueño de los ojos más preciosos que pudo haber imaginado. Sin embargo, descartaba totalmente la idea que aquellas gemas acarameladas existiesen. Pero un día sus miradas se conectaron, haciendo lo ficticio realidad. ¿Quién iba a pensar que lograría encontrar sus anhelados ojos ámbar en tan solo un muchacho?