Dónde Izuku es un joven omega de 23 años, inteligente, lindo, tierno y muy trabajador, se sacrifica y lo da todo por una sola cosa o personita mejor dicho, su hijo Tadashi de 7 años, el niño que llena de luz todos sus días. Aún que un pequeño cambio de rutina no le haría mal al omega. Ahuevo que los personajes no son míos (propiedad de Kōhei Horikoshi) yo solo los uso para hacer historias uwu

Soy una chica normal de dieciséis años con problemas normales y una vida normal ni tanto que digamos. Soy la reina de la mala suerte y cuando digo mala suerte es que la tengo. Siempre me pasan cosan increíbles para no decir horribles, pero tampoco exagero porque algunas valen la pena. Me encanta Lucas, el amigo de mi hermano, pero él no lo sabe y el nuevo chico del colegio se intereso en mí. Ni idea porque habiendo tanta zorra corriendo en el colegio. Soy virgen menos del pensamiento y nunca he dado mi primer beso. Siempre he sido mala tomando decisiones y que se joda lo admito soy muy guapa. Soy nueva en todo lo del romance así que le pediré ayuda a Lucas para aceptar al nuevo chico y de una vez aprovechare la cercanía de Lucas. ¿Qué hare cuando me de cuenta que las ayudas que me dio Lucas se han vuelto en mi contra? ¿Mi hermano se dará cuenta de estas practicas? ¿Lucas llegara a sentir algo por mí o me vera como una hermana? ¿Llegara la suerte a su vida o seguira sin suerte?

Danatella pensaba que había olvidado a su amor platónico. ¡Sí, claro! Ella a querido ser una nueva persona, ya no grita y no dice groserías. Tiene un novio guapo que parece un gallo al andar, es demasiado elegante y algo educado. No es romántico, pero si tierno. Dana lo quiere y piensa que mucho, pero Lucas regresará a su vida dispuesto a todo para alejarla de aquél "gallito" como lo llama él. Danatella no ésta dispuesta que Lucas regrese a su vida para ponerla patas arriba. - ¿Me extrañaste? - susurro Lucas con sus labios a milímetros de los de ella. - No. Tú solo fuiste un amor tonto y nunca debí confiar en ti. Me abandonaste y no te perdone por eso, ahora soy feliz - murmuro Dana taladrandolo con la mirada. Él sonrió marcando así sus oyuelos de manera encantadora. - Yo sin embargo no he podido olvidarte - dijo rozando con sus dedos la mejilla sonrosada por la irá de la pelinegra. - Pues, ¡Olvidame, idiota! Entonces la beso. ¿¡Por fin llegó su suerte?!