Mi vida no terminó cuando Lily decidió no perdonarme, ahí comenzó. Soy Ryle Kincaid, Neurocirujano de uno de los mejores hospitales de Boston, hay dos cosas esenciales en mi vida, mi carrera que es por todo lo que he luchado y mi pequeña hija Emerson. Mis acciones han destruido mi vida, mi familia. Todo lo que esperaba no tener algún día ya no esta. Todos los humanos se equivocan, lo que determina el carácter de una persona no son los errores que cometemos. Sino como los tomamos y convertimos en lecciones en vez de excusas. Mi vida debe continuar y eso haré empezaré de cero a construir una y poder recuperar todo lo que perdí.

Encantador, galante, carismático, arrogante, simpático, irreverente, insufrible... Y violento. Sabía que un chico como Logan Lerman no me convenía. Había escuchado hablar acerca de su prometedora carrera como boxeador... También había escuchado las escalofriantes historias acerca de sus ataques de ira irracional y su vida cargada de excesos. Sé que es peligroso. Sé que no se toma nada en serio. Sé que, a pesar de lucir como un ángel, es capaz de destrozar el rostro de una persona en menos de tres minutos. Sé que me va hacer mucho daño... Y también sé que no puedo -quiero- estar sin él. Él va a destruirme...

SECUELA DE DESTROY ME. Estoy acostumbrado a luchar contra el mundo, pero nunca había luchado contra mí mismo. Soy mi demonio personal. Soy la bala que apunta directo a mi cráneo. Soy destrucción. Soy una bomba de tiempo y lo único que espero, es que ella venga a salvarme.

Jack Jason, a sus 24 años es alcohólico, drogadicto y no puede dejar de fumar. Todos sus intentos por salvarse de sus vicios han sido en vano, las tres veces que ha ido a rehabilitación han sido una completa mierda. Su madre ya no sabe que hacer, así que lo envía con un hombre que le han recomendado. En estas sesiones Jake intentará vencer sus vicios. Quizá lo logre, quizá todo lo destruya, quizá la chica de la cual se ha enamorado pierda sus esperanzas con él.

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Harry Stevens grita peligro en cada poro del cuerpo y no precisamente por las escandalosas cicatrices que lleva en el lado izquierdo de la cara. Es la clase de chico con el que no quieres involucrarte porque sabes, por sobre todas las cosas, que va a destrozarte. Es de la clase de hombre que guarda una cantidad aterradora de secretos lo suficientemente perturbadores como para hacer que quieras huir de él lo antes posible. Es de la clase de hombre que, pese a todo el odio y rencor acumulado que carga sobre los hombros, es capaz de hacerte tocar el cielo con un beso... Sé que no es de fiar. Sé que debo poner cuanta distancia sea posible entre él y yo porque su mundo acabará con el mío si no le pongo un punto final a lo que siento..., pero no puedo hacerlo. No puedo huir de él. No, cuando la oscuridad que vive dentro de él se disipa cuando está a mi alrededor. No, cuando lo amo del modo en el que lo hago... El ángel vino en forma de bestia y vino a salvarme. Quizás... -solo quizás- vino a acabar conmigo. » Queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita por parte del autor, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total y/o parcial, adaptación, distribución, en cualquier medio impreso y/o digital de esta obra por cualquier medio o procedimiento. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS ©. Sam León, 2015.

Segunda parte de "Déjame amarte" Corina había despertado, y con ella cientos de secretos que pondrían en peligro la relación entre Alex y Elena. Por lo menos volvían a estar juntas, eran un equipo, y eso nadie lo cambiaría. Alex tendrá que luchar como nunca por Elena, y lidiar, a la vez, con todos los problemas de su, ya desestructurada, familia. ¿Podrá el amor entre Alex y Elena vencer todos los obstáculos?

Evelyn Thomson es una gran estudiante, tímida y malhumorada que jamás pensó en el amor como algo imprescindible. Pero eso cambiará cuando conozca a alguien misterioso y, en cierto modo, muy diferente a ella. Tendrá que descubrir cosas como la amistad, la confianza, el dolor y el amor; cosas totalmente nuevas para ella mientras se ve envuelta en un mundo que le era ajeno.

-Y, ¿cómo te llamas?- preguntó ella tímida. «Oh, tan tímida» pensó él. -¿Cómo crees que me llamo? -Pues... No sé... -Mírame a los ojos, niña. Ella lo hizo, y murmuró: -Keith- volvió a bajar la vista, avergonzada, y añadió-: Tienes... cara de Keith. -Entonces me llamo Keith. -Yo soy... -No necesito saberlo, con niña me vale.