Heridas de placer.
Abrí los ojos y ahí seguía él, a mi lado, se había quedado como me prometió. Me quedé mirándole un tiempo, estiré un brazo para poner mi mano en su cara y hacerle caricias. Fue algo extraño pero nada más sentir mi mano en su mejilla pude apreciar una pequeña sonrisa y cómo abrÃía los ojos. -Ya te echab...