MeimiCaro
El olor nauseabundo de la descomposición, mezclado con la pesadez fangosa, me provoca arcadas, aunque no puedo vomitar porque mi estómago no tiene qué. La densa oscuridad, que se arrastra y aferra con sus manos frías a cada recodo cercano, con las nubes oscuras, acompañadas de tormenta, es mi única amiga. Trato de levantarme, pero mi menudo cuerpo, malherido, se niega a obedecerme; es más fácil rendirme aquí, con la muerte, asomándose antes que el sol, entre las sombras oscuras y el pútrido olor, que tratar de aferrarme a la vida, tan difícil de sacar adelante.