Corazones que ríen, corazones que lloran, corazones que sueñan, corazones que imaginan. El amor en todos sus matices. Expresado a través de palabras que describen los ires y venires de un corazón que lucha cada día por abrirse paso entre la oscuridad de un mundo incomprensivo. Espero lo disfruten y se deleiten con estas Humildes palabras que les traigo. Les agradezco todo su apoyo y todas las opiniones que tengan para con mi obra.

El mundo cuenta con un lado oculto, una cara sobrenatural que nos susurra, que se intuye, pero que muy pocos perciben. La inmensa mayoría de las personas no es consciente de ese lado paranormal... ni de sus riesgos. A veces la gente se topa con esos peligros y desespera, se atemoriza, y no sabe qué hacer ni a quién recurrir. Pero no todo está perdido... Dicen que en Madrid reposa una iglesia muy antigua, cuyo origen es desconocido. Allí, en su interior, frente a una cruz de piedra esculpida en uno de sus muros, se puede alzar una plegaria. También dicen que aquel que no tiene alma la escuchará, y si la fortuna acompaña, el ruego será atendido. Pero exigirá un elevado precio por sus servicios, uno que no todo el mundo está dispuesto a pagar. Mejor será asegurarse de que se quiere contar con él antes de recitar la plegaria. Eso es lo que dicen.

Una leve demostración de un amor imposible, un adulto que ama a una muchacha adolescente. Aquel hombre cuyo corazón es ocupado por la muchacha, la observa y controla con disimulo sin que esta lo note. La joven siempre viste, su pulcro y blanco vestido de seda, en todos los escritos de esta obra. "La niña del vestido blanco" está escrito desde el punto de vista de aquel hombre que antes nombré.