TBylil
¿Quién necesita la noche?
Aunque el sol ya se encuentra del todo oculto, se siente el calor en la piel; el corazón se esfuerza segundo a segundo en llevar la sangre a cada rincón del cuerpo, a cada órgano. Cada pedazo de piel, oculta gloriosamente esa sustancia que le da al ser humano ese particular olor, que llega profundo, muy profundo, embelesando sentidos, endulzando pupilas, haciendo que la ansiedad aumente y la necesidad duela.
Ya muchos han regresado a casa. El ritmo de su respiración disminuye, sus latidos se vuelven más y más calmados. ¡Condenados! Pierden ese toque que le da sabor a cada segundo, aquello que los hace impredecibles, que los vuelve impresionantes; utilizan su inestimable tiempo para sentarse a ver estupideces por horas. Desperdician cada segundo y con ellos, esa chispa que puede encender montañas; que les diferencia de los nauseabundos animales.
Entonces, te recuerdo...