La quinta columna
Era como cuando alguien te presta su bolígrafo para que escribas algo que puede llevarte más de dos minutos. Colocas el capuchón en el extremo opuesto de donde se escribe y piensas que no debes morderlo, sea como sea, cueste lo que cueste. Porque no es tuyo. Simplemente no es algo tuyo, y vas a tener que devolverlo, p...