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Cuando Castiel era un niño de 6 años, su madre y él salieron al centro de su ciudad. Durante un momento se perdió y él miedo le invadió, entonces escucho una melodía hermosa, buscó el sonido que desprendía de una guitarra, y cuando lo encontró vio a una niña de su edad tocando la guitarra delicadamente. La niña a pesar de tener un aspecto angelical, tocaba una guitarra eléctrica... La niña al notar su presencia paró.
- ¿Quién eres? - le preguntó esa niña con voz angelical.
- Lo siento si te molesto ya me voy - dijo Castiel al notar que se enojó.
Para tener un aspecto dulce su actitud era seca y fría.
Pero se notaba que no era mala persona, ya que le dijo que se quedara.
- Quédate... No me molestas. Solo no me gusta que me interrumpan... - La niña le sonrió y Castiel perdió el aliento. Sin duda era hermosa... Se sentó en el banco donde la niña se encontraba sentada.
Ella empezó a tocar una canción y cuando terminó sonrió.
- ¿Como llegaste aquí? - le preguntó. La realidad golpeó a Castiel, quién se levanto del banco del cuál estaba sentado.
- Debo irme - le dijo a la niña, pero antes de irse le preguntó - ¿Cómo te llamas?
La niña sonrió y contestó.
- Mi nombre es _____
Y ese nombre se le quedo grabado al pequeño Castiel en su memoria.
- Espera... - el niño de cabellos moreno paró y giró para verla. - Toma... - extendió su brazo donde tenía una hoja en su mano.
Castiel la agarró y la miró. Era una partitura para guitarra.
- Te la puedes quedar, yo ya me la he aprendido de memoria. - le dijo con una sonrisa.
Castiel sonrió y se despidió con la mano. Y tras de eso se fue... Pensando en la pequeña niña.