Lista de lectura de yunioresteban
4 stories
UNA OSCURIDAD SIN IGUAL by yunioresteban
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TENÍA DIEZ AÑOS RECIÉN CUMPLIDOS, y estaba cansado de la tiranía de su madre. Yo comencé a fumar a los trece
LA PEOR NOCHE DE MARTINA by yunioresteban
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Una madrugada fría, martina recibió una llamada mientras dormía, tomó el teléfono sin abrir los ojos, pero la persona al otro lado de la línea se escuchaba tan afectada que puso más atención. Era martin, un buen amigo que trabaja en una funeraria y le pedía de favor que fuera a acompañarlo porque los compañeros se habían marchado y a pesar de que ese era su trabajo, le causaba algo de miedo pasar la noche ahí..."solo".
EL GIGANTE ERA MUY EGOISTA  by yunioresteban
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Todas las tardes al volver del colegio tenían los niños y la costumbre de ir a jugar al jardín del gigante. Era un gran jardín solitario, con un suave y verde césped. Brillaban aquí y allí lindas flores sobre el suelo, y había doce melocotoneros que en primavera se cubrían con una delicada floración blanquirrosada y que, en otoño, daban hermosos frutos. Los pájaros, posados sobre las ramas, cantaban tan deliciosamente, que los niños interrumpían habitualmente sus juegos para escucharlos. - ¡Qué dichosos somos aquí! - se decían unos a otros. Un día volvió el gigante. Había ido a visitar a su amigo el ogro de Cornualles, residiendo siete años en su casa. Al cabo de los siete años dijo todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió regresar a su castillo. Al llegar, vio a los niños que jugaban en su jardín. - ¿Qué hacéis ahí? - les gritó con voz agria. Y los niños huyeron. - Mi jardín es para mí solo - prosiguió el gigante- . Todos deben entenderlo así, y no permitiré que nadie que no sea yo se solace en él.
EL GATO BAJO LA LLUVIA by yunioresteban
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Sólo dos americanos había en aquel hotel. No conocían a ninguna de las personas que subían y bajaban por las escaleras hacia y desde sus habitaciones. La suya estaba en el segundo piso, frente al mar y al monumento de la guerra, en el jardín público de grandes palmeras y verdes bancos. Cuando hacía buen tiempo, no faltaba algún pintor con su caballete. A los artistas les gustaban aquellos árboles y los brillantes colores de los hoteles situados frente al mar. Los italianos venían de lejos para contemplar el monumento a la guerra, hecho de bronce que resplandecía bajo la lluvia. El agua se deslizaba por las palmeras y formaba charcos en los senderos de piedra. Las olas se rompían en una larga línea y el mar se retiraba de la playa, para regresar y volver a romperse bajo la lluvia. Los automóviles se alejaron de la plaza donde estaba el monumento. Del otro lado, a la entrada de un café, un mozo estaba contemplando el lugar ahora solitario. La dama americana lo observó todo desde la ventana. En el suelo, a la derecha, un gato se había acurrucado bajo uno de los bancos verdes. Trataba de achicarse todo lo posible para evitar las gotas de agua que caían a los lados de su refugio.