Y Volver
Octubre, 12, 1995: Era una típica tarde donde las hojas de otoño caían sin dejar de parar. Acostumbrada a este desorden natural poco a poco olvidé mi otra ciudad. Ni las aves cantaban sólo se sentía ese majestuoso silencio que atraía más a mi paz. Desde entonces esa tarde ocupó para siempre en mí un lugar diariamente...