Y allí estaba, sentado, esperando que J.J nos presentara el caso. La observaba como un niño observa a una madre mientras cocina; estudiaba cada uno de sus movimientos, y sé que dentro de su inmesa cabeza los analizaba, media, contaba y perfilaba cada uno de ellos. Le gustaba estudiar a la gente, desde lejos y haciéndonos creer que solo estaba distraído. Pero Spencer Reid jamás se distraía, ni si quiera cuando me paseaba con alguna camisa suya por mitad de su salón y con el solo acompañamiento de mi ropa interior inferior. Ni si quiera, ahí, alzó la mirada. Lo que Spencer Reid nunca supo es que mientras él estudiaba a los demás, yo lo estudiaba a él y ese era el trabajo más increíble del mundo.

Había algo en él que nadie había podido descifrar, se ocultaba tras su sonrisa, tras sus ojos. Cada vez que salia de casa lograba escapar un poco de la sombra que le perseguía desde que tenia memoria, pero a veces ella lograba ir tras él, siguiéndolo a donde fuera, abrazándolo en silencio, llevándolo hacia la inmensa oscuridad de sus miedos. Pero había alguien que lo había notado, solo hizo falta una mirada para ver lo que él escondía, la preguntara era; ¿lograría ella salvarle de aquella oscuridad?