"𝙰𝚕𝚐𝚞𝚗𝚊𝚜 𝚌𝚊𝚛𝚝𝚊𝚜 𝚗𝚘 𝚍𝚎𝚋𝚎𝚛í𝚊𝚗 𝚜𝚎𝚛 𝚋𝚊𝚛𝚊𝚓𝚊𝚍𝚊𝚜. 𝚈 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚗𝚘𝚜 𝚗𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎𝚜... 𝚗𝚘 𝚍𝚎𝚋𝚎𝚛í𝚊𝚗 𝚛𝚎𝚌𝚘𝚛𝚍𝚊𝚛𝚜𝚎." 1943. Brooklyn. Mientras el mundo entero marcha hacia la guerra, en un rincón olvidado de la Feria del Futuro, una joven bruja de ojos grises y voz de ceniza lee el destino entre velas y susurros. Cerys Holloway no cree en el amor, y mucho menos en las promesas que trae consigo la guerra. Hasta que lo ve a él. James Buchanan Barnes. Un soldado con sonrisa fácil, ojos azules y un futuro manchado de sangre. Ella lo toca. Las cartas tiemblan. El tiempo se quiebra. Y su alma queda atrapada entre lo que pudo haber sido... y lo que está condenado a ser. Él no cree en el destino. Ella no debería haberlo amado. Pero hay cosas que ni siquiera la magia puede evitar. Años después, cuando el invierno regrese con un nuevo nombre y una máscara en el rostro, él ya no recordará quién fue. Pero ella sí. Y el eco de lo que compartieron seguirá ardiendo en cada lectura, en cada visión, en cada carta maldita que vuelve a caer sobre la mesa. Una bruja. Un soldado. Un destino imposible de evitar. Algunas cartas no traen respuestas. Solo dolores tan profundos como la mismísima muerte. Y esta es la historia de una que nunca dejó de desangrarse.

⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺ Dicen que el amor verdadero llega cuando menos lo esperas. A veces, aparece en una mirada fugaz entre pasillos de supermercado, entre risas nerviosas y una conversación que parece demasiado fácil para ser real. Otras veces, llega envuelto en algo más oscuro. En silencio. En cadenas invisibles que, poco a poco, comienzan a sentirse como caricias. Amelia Collins. Una mujer que dejó de lado su cámara para servir cafés. Ella nunca fue de las que creían en el destino. Su mundo era demasiado real, demasiado áspero, demasiado lógico. Hasta que lo conoció a él. Steve. Carismático. Educado. Tan encantador que casi dolía. Su primer encuentro fue ¿casual?... tan perfectamente casual que parecía escrito. Y tal vez lo estaba. Lo que comenzara como una historia romántica, pronto se convertirá en una pesadilla disfrazada de hogar. Porque cuando el miedo se vuelve constante, el cerebro se protege. Y cuando el monstruo se quita la máscara y muestra algo parecido a ternura... a veces, uno olvida que está encadenado. A veces, amar al villano parece más fácil que odiarlo. Pero en esta historia, nadie es lo que parece. Ni siquiera Amelia. Y cuando el juego cambie -porque lo hará-, el cazador tal vez descubra que no fue el único que puso una trampa. ⁺‧₊˚ ཐི⋆♱⋆ཋྀ ˚₊‧⁺ ᴄᴏᴠᴇʀ ʏ ʙᴀɴɴᴇʀ ᴇɴᴠᴜᴇʟᴛᴏs ᴇɴ ʟᴀ ᴏsᴄᴜʀɪᴅᴀᴅ ᴘᴏʀ 𝐓𝐡𝐞 𝐖𝐢𝐭𝐜𝐡 𝐂𝐚𝐟é @Millky_95