Cuando te fuiste
Te miré, estabas tan dañada, aterrada y con una voz débil me habías confesado lo que querías hacer, lo que jamás quisiste, lo que más temías. Yo solo te había insistido con amor, no tenía más. Saliste por aquella puerta cuando yo te lo suplique y no te importó el llanto de nuestra hija en la otra habitación. Te imp...