El conector de Miedo
Levanté el rostro y golpeé el vidrio, los trozos comenzaron a golpearme a lugares tan íntimos como mi corazón o mi escasa alma. Del otro lado de la sala estaba ella, la misma de siempre, me acerqué y sin mediar palabra alguna ataqué su boca. Después la abandoné, como lo hacía siempre. Llegué a mi departamento y com...