Irgan había mantenido conversaciones con gente de diversos países formados por agua, fuego, viento y tierra. Había visto cuerpos devorados por plagas y plagas devoradas por un mal mayor, y por tal causa creía haber visto a la mayor de las plagas, junto a las muertes más deshonrosas. Creía haber pensado más allá de lo que cualquier otro hombre joven hubiera conquistado en su mente, y creía ser distinto, de mayores dotes, incluso entre quienes habían sido bendecidos con la belleza y el ingenio. Pero lo que Irgan no había considerado, lo que debía concebir y lo que realmente cambiaría su destino, era que se encontraría de frente con el mismísimo infierno.

Nicólas nunca fue un niño normal, no fue sociable y mucho menos amigable. No conoció a sus padres, y llevaba a cabo una triste vida en un orfanato. Su madre murió en el parto, y nunca supo nada sobre su padre. Amaba asustar a la gente, intimidarla, y dañarla. Hacer sufrió a los demás era su hobbie cuando pequeño. Solitario, era la palabra que lo describía a la perfección. Personalidad indecente para un humano, propia de el hijo de Deimos, Dios griego del terror. Al fin y al cabo la vida de un semidiós no es fácil. Trasladado a Grecia y madurado a los 14 años, no esperaba descubrir lo que ahora es. Y a sus 18 años, descubrirá que hasta el hijo del miedo en su máxima expresión, puede temerle a algo, o desearlo. La Victoria. Pero no es su único tormento. Hay señales, que advierten una pronta guerra contra unos enemigos muy antiguos derrotados en la Titanomaquia, los verdaderos problemas comienzan aquí. ¿Podrá el aceptar nuevas personas en su vida, que lo ayuden a poder afrontar la guerra contra Cronos?