Los dos queremos lo mismo. Ir a tu habitación, acostarnos y no volver a vernos. Eres lindo pero apestas a romanticismo y buenas intenciones. No busco a un buen chico, no quiero novios y no quedo. -Sam

Arantxa Signoret, una mujer que a sus 32 años es la única dueña de la mayor casa de modas que existe en su ciudad natal. La perfección, dedicación y constancia... tres palabras que repite a diario y que son las bases de la empresa que hoy maneja, con madurez y excelencia, mejor que cualquier persona que la haya heredado. Ella no es fría e indiferente como todos piensan, su corazón está obligado a no latir por algún sentimiento intenso. Su pasado es el culpable de esa coraza que demuestra al mundo entero. El género masculino fue el responsable de haberla dejado con ese órgano insensible, negada a sentir, sin esperanzas de amar... Un hombre y una mujer que comparten un peligroso y muy excitante encuentro. Dos almas trastornadas que tienen algo en común; una niñez rodeada de sucesos lúgubres y funestos, una vida en la que el trabajo y las responsabilidades cubren el día a día, un matrimonio con su respectivo divorcio a cuestas, la idea de que el amor verdadero no existe. ¿Quizá pueda existir alguien capaz de penetrar ese inquebrantable concepto? Una peligrosa seducción puede ser el inicio de un juego muy intenso y más allá de ello, el encargado en dejar el corazón y el alma en el terreno. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. Queda totalmente prohibida la reproducción total y/o parcial de este contenido, así como la difusión, impresión, adaptación, distribución de este material por cualquier medio o procedimiento, sin la autorización escrita del autor del Copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes internacionales. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor. Derechos Reservados Conforme a la ley, ©. ©2016, María F. Martínez Registro SafeCreative: 1611289931849

Hael es una adolescente normal, salir con amigos, estudiar, reír, amar, pero alguien se entrometerá en su camino, haciendo revólver y desordenar su rutina.

Podía escuchar mi corazón latiendo, podía escuchar el corazón de todos, podía escuchar el sonido humano que hacíamos ahí sentados. Ninguno se movió, ni siquiera cuando la habitación oscurecio.