Primer libro de: «Nuestras confesiones» ¿Cómo era posible que los actos de alguien que no llevaba mi sangre me afectaran tanto? No lo sabía con certeza. Pero eso no hacía que el dolor aminoraba. Ni siquiera un poco. Nunca se lo dije a nadie, al menos no lo de mi sufrimiento. No que lo quería tanto como para importarme más el que yo misma. Y, a la largar, seguir conservando ese secreto me hacía mal. Pero por un lado se sentía tan bien tener un secreto. Que él fuera mi secreto. Tiempo después, armándome de valor decidí hacerle saber a ese chico lo que sentía y guardaba conmigo. Pero para cuando él se entero de lo que sentía él ya no era un niño. Era todo un adulto. Tenía esposa e hijos, ya tenía una vida. Solo me habría gustado haber estado ahí para poder ver su reacción al enterarse de todo.

Segundo libro de: «Nuestras confesiones» Breve sinopsis: Los adolescentes hacemos estupideces, eso ya es completamente normal en nuestro comportamiento y totalmente comprensible. Pero no es para nada divertido cuando tus acciones y palabras afectan a personas que no tienen la culpa de nada. Y lo peor es que casi siempre no lo vemos. Ella no tenia porqué sentirse dolida por mis actos, más sin embargo lo hacía y, aunque en ese entonces no lo demostraba, eso también me dolía. Y por ende, me reclamaba una y otra vez: «Soy un idiota». Me lo reclamaba por hacer las cosas mal. Me lo reclamaba por decepcionarla. Me lo reclamaba por no ser lo que ella esperaba.