LA INOCENCIA DEL CORDERO
Él era alguien puro, inocente... y virgen. Era la representación de la pureza reencarnada, tanto así que sin bromear estaba seguro de que casi sudaba agua bendita. Y lo odiaba. Detestaba ser así y aunque quisiera cambiar no podía porque simplemente pareciera que el deseo y el placer no querían entrar en su cuerpo pero...