Hay cosas que simplemente no podemos expresarlas con una palabra. Hay veces que los sentimientos son tan impetuosos que un conjunto de vocales y letras no alcanza, y el corazón es como una bomba de relojería; en cualquier momento puede estallar. El aglomerar las penas no hace más que llenarnos de manifestaciones humanas innecesarias, por eso, mi órgano latente, se expresa mediante latidos, y cada uno de ellos, por ende, es un fragmento de mi historia. Cada latido es una palabra, cada bombeo es una circunstancia.

Luna Williams, una modelo valorada no por ser la hija mayor del empresario más codiciado en América, sino por su carismático desempeño en el modelaje y esbelto físico. Pero en aquella mujer había más que un esqueleto proporcionado y armónico rostro; poseía un talento inimaginable, que ocultó tras ese día. Dejó su esencia con cada lágrima que derramó, perdiendo así las ganas de amar y luchar por lo que realmente anhelaba.