El azaroso y los huesos del vecino
Se imaginan cómo sería la vida de uno si supiera que está condenado a vivir en el patio trasero de una casa vieja, en condiciones paupérrimas. Tan solo las visitas de los huesos del vecino sacian el hambre. Pero en realidad, pocos se imaginan que el vecino sacia con su actitud además el deseo lastimero de compañía. Cu...