Somos​ exactamente eso, una llama ardiente, un conjunto de diversas maravillas, pero ¿como podríamos darle conceptualidad a una realidad tan disconforme con nuestra propia existencia? ¿como creer esta metáfora cuando desconocemos el verdadero origen de nuestro fuego... fuego a discreción?. Estamos constantemente atados para evitar a toda costa la implacable incertidumbre, para finalmente llegar al mismo punto de siempre, el punto de partida, el momento en el que no se sabe si estamos o somos. Podríamos habitar el mundo de otra manera, porque la monotonía apesta y cansa. Tampoco se trata de renacer por milésima vez y con esto retornar a una eternidad absoluta, donde no sabremos el papel que jugaremos en este enorme campo de ajedrez. Repudiemos la idea de seguir cayendo como un reloj de arena, de experimentar las mismas nauseas de siempre: la fortuna, y lo irrepetible. Fuego, exactamente esto somos. Pero por temor y diversas razones más lo ocultamos, tratamos de evadirlo como las catástrofes naturales, convirtiéndolo finalmente en una vana discreción.

¿Qué pasaría si los seis grados ya hubieran subido? ¿Y si la capa de ozono estuviese desapareciendo? Ciudades convertidas en desiertos, enterradas en la arena; nuevos peligros que ni siquiera se sabía que existían... ¿Serias capaz de soportarlo? Lo que queda de humanidad se enfrenta a estas preguntas, a contrarreloj, en una nueva era; la primera edad de arena. Mejor clasificación: #24 en ciencia ficción. (14/6/2017) Primer premio en los Project awards. PRODUCTO DE MI PROPIEDAD INTELECTUAL. REGISTRADO EN SAFE CREATIVE. Portada por: @milodente

Yo subía las escaleras de su cuerpo, ella se tiraba del abismo. Hacíamos una buena pareja. Siempre nos encontrábamos a medio camino de su caída y de mi ascenso y daba igual todo, que subiéramos o bajáramos. Lo importante era que en algún punto, aunque fuera breve, ella y yo nos encontrábamos. Eso es la poesía.

El menor de los Príncipes de Longea ha sido enviado como emisario en la búsqueda de los Dragones Perdidos. El único Dragón que queda, Adrain, les habló de una tierra lejana a donde posiblemente emigraron, escapando de las guerras contra el reino. Konrak ha decidido buscarlos, embarcándose en el Mar Desconocido, en un barco hecho por enanos, hacia tierras desconocidas.