Una chica, con un gran destino que cumplir. Un chico perdido destinado a protegerla. Y un mundo nuevo por descubrir. Esta es la historia de uno los cuatro elementos. Fantasía, amor y acción se mezclan en esta historia de brujos.

En la sociedad (del 2018) sucede una anomalía genética que llega de la nada, provocando un sufrimiento a varias personas de diferentes edades y géneros por igual. Como consecuencia, las personas obtienen habilidades muy variadas, pero tal parece, tienen un patrón. La gente no sabe el por qué de estos acontecimientos pero lo que sí saben es que dentro de cuarenta días obtendrán respuestas, pero antes de eso, surge el caos... Nuestro protagonista, actuará de manera indiferente ante la situación que se presenta, o eso quisiera, ya que los sucesos que ocurren, cada vez lo involucran más a él, dejándole un mal sabor de boca mientras busca una manera de sobrevivir.

Justin es un chico increíble en todos los aspectos, de esa misma forma puede pensar y ver más allá que un hombre normal, sabe que a la chica que ama puede transfórmala con su amor hasta lograr la mujer que él desea. Pero a pesar de todo, tiene una inseguridad de ser rechazado por ella; aunque sea una nerd, sabe que ella tiene un carácter oculto y no sabe cómo podría reaccionar ante él. Todo cambia cuando Justin tiene que elegir una casa con su madre para la mudanza y justo ese día ve que a la chica que tanto ama ser humillada ante un grupo de chicos. Sabía que el divorcio de sus padres no sería en vano, nuevo instituto y nueva casa para solamente estar cerca de ella.

Un intruso llegó a mi vida causando problemas y despertando emociones. Por un momento pensé que tener a un chico sexy en casa sería una buena historia para contar, pero eso fue antes de que me diera cuenta de su actitud arrogante. Su prepotencia se notó desde que llegó, y sabía que no estaba de acuerdo de quedarse en éste lugar. La misma noche en que llegaron, le dije a mamá que me incomodaba su presencia. Me inspiraba desconfianza. Ella claramente ignoró mis quejas, mi padre también fue indiferente con mis comentarios.