ÉREBO
Daven no aprueba que su abuela Catalina explote como atracción turística el palacete que, más de dos siglos atrás, la inquisición donó como indemnización a sus antepasados, tras confiscárselo a la supuesta bruja que había sesgado las vidas de varios de ellos. Eso no evita que pronto el negocio prospere, ni que las rec...
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