La tercera es la vencida
Fiama nunca fue la persona con más tacto, o más bondadosa, o más amable. Es más, se podía decir que solo era una niña linda que hacia y deshacía como quería. Nadie podía darle ordenes. Nadie podía limitarla. Y nadie pensaría que aquella chica que tenía la contestación rápida se terminaría alistando en el ejercito. Pe...