Sky27new
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La vida es curiosa. Un día estás en el jardín de infantes, comiendo plastilina, y al siguiente estás firmando tu ingreso a la Marina de los Estados Unidos.
O bueno, así fue para Stanley Snyder.
A los 18 años, con el cabello más rebelde que su historial escolar y un pulso más firme que su juicio emocional, Stanley decidió alistarse. Tenía la edad, el físico, y un corazón tan lleno de decisiones impulsivas como de sentimientos no resueltos.
Había tenido sus borracheras, sus romances casuales, sus peleas tontas en los pasillos del colegio... pero nada, nada se comparaba a lo que sentía por Xeno Houston.
Lo había conocido en primaria.
Se habían hecho inseparables en secundaria.
Y cuando la adolescencia pegó, con sus hormonas y confusiones y miradas demasiado largas en laboratorios compartidos... Stanley supo que estaba jodido.
Xeno era brillante, obsesivo, y tan emocionalmente inaccesible como una contraseña de 32 dígitos encriptada por la CIA.
Lo amaba. Claro que lo amaba.
Pero también lo conocía. Y sabía que Xeno no tenía tiempo para tonterías románticas. Estaba demasiado ocupado construyendo cohetes de papel que sí lanzaban órbitas reales y corrigiendo a sus profesores.
Así que cuando llegó la hora de separarse -Xeno a la universidad, Stanley a los barracones-, este último tomó una decisión muy racional para alguien totalmente dominado por sus emociones:
"Si no puedo tenerlo de novio... lo tendré de esposo. Legalmente. Sin que se dé cuenta. Por amor. Y beneficios fiscales."
Y así, con una lapicera azul, una mentira blanca, y la ayuda de su compañero de camarote apodado "Rata", comenzó la historia de uno de los matrimonios más accidentalmente funcionales del Pentágono.