Camilalucianazz
El matrimonio, a veces, es como un pastel de bodas. Dulce, hermoso, y por dentro, una bomba de calorías que te hace cuestionar todas tus decisiones. Para Angeline y Conner, sin embargo, no es ni de cerca tan adorable. Es más como un incendio forestal en medio de un huracán, todo mientras alguien intenta apagarlo con gasolina. Suficiente dicho, ¿verdad?
Conner Black es como un huracán con traje caro, un narcisista patológico cuya moral es tan flexible como una barra de chicle. Cuando no está haciendo que las cosas exploten (literalmente) o manipulando a todo el mundo para que haga su voluntad. Ego más inflado que un globo a punto de estallar, con el amor propio de un dios, aunque el único problema es que el dios en cuestión está casado con la furia encarnada. Y esa furia, por supuesto, se llama Angeline Romano. Su gran problema no es que el mundo lo odie. Es que su esposa lo odia, y el karma se está tomando su tiempo para cobrarle las deudas.
Angeline Romano: Su rebeldía contra su esposo es casi un deporte olímpico. Si él dice blanco, ella grita negro. Si él respira, ella le lanza una mirada asesina. Es testaruda hasta la médula y tan explosiva como un cóctel molotov, pero con una gracia que hace que incluso sus insultos suenen poéticos. Y lo peor de todo es que sabe exactamente cómo joderle la vida a Conner... y lo disfruta. Porque para ella, el matrimonio no es un contrato. Es una guerra, y piensa ganarla.
Porque, al final, el caos sigue siendo el único lenguaje que ambos entienden. Y no hay nada más explosivo que un matrimonio basado en odio, ego y, por supuesto, traición.