-¿Por qué no me lo dijiste, mamá?- pronunció ____(tn), y a pesar de su estado de shock, varias lágrimas salían de sus ojos miel.

En los veintiseis años de recuerdos que guarda Elena, hay un hilo que los une a todos: la soledad. No importa cuántos rostros hayan pasado por su vida, ni cuántas promesas hayan flotado en el aire antes de desvanecerse; siempre termina sola, extraviada en su propio mundo. El abandono no la sorprende, se ha convertido en una vieja costumbre, una sombra que la sigue de cerca, silenciosa pero constante. Desde pequeña aprendió a no aferrarse a nadie, a no esperar demasiado de las personas, y a vivir con el vacío como compañero. Los muros que construyó a su alrededor no fueron elegantes ni poéticos, fueron muros de necesidad, hechos para proteger lo poco que quedaba intacto dentro de ella. Pero todo cambió un día cualquiera, cuando un simple ensayo universitario la llevó a cruzar caminos con los Hills. Lo que comenzó como una tarea académica pronto se convirtió en un encuentro destinado. En ellos, Elena no encontró una familia perfecta, sino algo más extraño, más real. Pero que, sin saberlo, llevaban años esperando por ella. Porque en la vida aparentemente completa de los Hills, solo faltaba una pieza que no sabían nombrar... hasta que apareció Elena.

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