IMBrook
No era lo que uno llamaría un final feliz, pero al menos era un final.
Creía que la respuesta estaba en ese abrir y cerrar de ojos.
Abandonada al sofoco de seguir intentando, cansada de la maldita agonía de vivir aferrada a los vestigios de quien alguna vez fue y que no va a volver, harta de ese dolor indescriptible en el medio del pecho, desesperada porque al mismo tiempo ya no podía sentir nada. Perdida en ese laberinto que parecía nunca mostrar una salida.
Quill quería que termine.
Bajo una señal tácita, la culpa del después, un consejo que jamás se escucha, un pedido que no existe, cargando con el impulso cortado que llaman cobardía porque todavía existe ese toque de esperanza y esa incertidumbre al mañana. Decidió intentarlo una vez más.
Tal vez hoy es diferente, quizá constaba de un paso más darse cuenta que puede ser diferente.
La nota estaba escrita, pero todavía podía quedar guardada.
Se le escapaban como arena entre los dedos, ¿podría vivir con sueños colgados?
Acostumbrarse era otra manera de morir.