EnanadeLali
A veces Leonardo sentía que la vida les había dado solo una oportunidad, solo un respiro, como si cada segundo antes de conocerla hubiera sido una espera destinada a ese momento en el que sus ojos se encontraron. Y ahora, que ya eran pareja, que podía tenerla entre sus brazos, temía perderla incluso en sus propios pensamientos. Porque si algún día solo quedara uno... él sabía, lo sabía desde que la vio, que haría cualquier cosa por ella.
Lizzy, humana, era rubia y de ojos azules, con esa dulzura inexplicable que parecía nacida para sanar incluso lo que él jamás admitiría que estaba roto. En su versión sirena, el verde intenso de su cabello y el brillo sobrenatural de su piel revelaban su sangre divina: hija de Poseidón y de la reina Marianella, semidiosa del mar, de la naturaleza, de los animales, del poder que él jamás podría entender del todo.
Pero para Leonardo, sin importar si era humana o semidiosa, ella siempre fue lo más hermoso que había visto. Porque sabes, sabes, sabes... que te amo, te he amado todo este tiempo, repetía en silencio cada vez que ella sonreía, cada vez que su corazón parecía latir más fuerte solo por nombrarla.
Lizzy era su debilidad, su necesidad, su adicción más profunda. Su todo. Jamás permitiría que nadie la lastimara: ni el clan, ni el destino, ni siquiera él mismo. La protegería incluso de sus sombras, incluso de aquello que no podía controlar.
Y te extraño, ha estado lejos por demasiado tiempo, pensaba cuando los deberes lo arrancaban de su presencia, cuando el deber lo obligaba a alejarse aunque su alma caminara siempre hacia ella.