Caminando de un lado a otro por su habitación, el ex velocista no dejaba de hacerse la misma pregunta. ― ¿Y si lo que pienso es verdad?, no, por favor, ¿En qué rayos estoy pensando? Endo sería incapaz de hacerme algo como eso y por otro lado Goenji...él no podría ¿O sí?

El ruido del salón parecía distante, apartados de todos se encontraban ellos dos, se veía lejano aquel día, ese en el que ambos se conocieron, una amistad que con los años se había vuelto fuerte y poco a poco había dado paso a aquella extraña situación, se recuerda con humor ese día, todos lo sabían pero a ellos no les pasaba por la cabeza algo tan obvio, fue con nervios y miedo con lo que cada uno se acercó, las palabras no salían y las manos comenzaban a temblar, ¿Quién diría que tiempo después estarían ahí?

Hace exactamente 10 años que no te veía, ahora tienes una familia y... seguramente ya no te acuerdes de mí, yo por mi parte tengo algo nuevo que contar aparte de que he aceptado quien soy.

Era de noche, fui a tu casa pues no habías asistido a la escuela aquel día, toqué el timbre pero nadie me abrió, sabía que estabas adentro así que abrí y entré, la luz estaba apagada, la puerta del cuarto estaba algo abierta, me acerqué despacio y fue cuando te vi, estabas sentado en el piso con la cabeza baja al parecer llorando.

Regresó a casa, no quería hablar con nadie así que simplemente entró a su cuarto y se recostó en la cama, la cabeza le dolía, se sentía terriblemente mal ¿Cómo era posible?, pero él tenía la culpa, ¿Cómo pudo enamorase de una persona que solo lo ve como un amigo? Y aun si no fuera así para aquel chico lo más importante era otra cosa.

Típico jueves en la tarde, acabo de llegar del entrenamiento y estoy cansado, quiero ir a bañarme pero tengo que contactar a mi promotor que al parecer tuvo un problema, si, otro más, cuando decidí renunciar a la selección la prensa y los abogados llegaron, la verdad a mí no me importaba lo que dijeran para poder irme de ahí, estaba harto y más aun dolido.