Isaac
-Aléjate-le ordené. No sonó nada convincente. Él siguió acercándose, y yo seguí retrocediendo hasta chocar con la pared. -¿Y por qué debería hacerlo?-inquirió él, con esa media sonrisa que me volvía completamente loca. -Porque te lo estoy pidiendo, idiota. No eres nadie para mí. Tú mismo te has encargado de lograr es...