¿Qué se siente saber que morirás?, bien, es algo que todos lo experimentamos y sabemos que pasara, todos sabemos que lo haremos, por algún accidente o en mi caso... por alguna enfermedad, cardiomiopatía dilatada para ser exactos. Cuando tenía cinco años me lo diagnosticaron, una trágica noticia para mi familia y para mí, llenando así me vida de burlas, lastima, camillas, pastillas, sueros, bullying, recaídas, etc. A los ocho años decidí crear una lista, una lista que pensaba terminar antes de que otros desgarradores sucesos me lo impidieran. Si, es una tonta lista, una lista que ingenuamente escribí cuando no que sabía qué hacer con lo que me quedaba de niñez; tengo diecisiete años, sin vida social (además de mi hermano y su novia, mi mejor amiga). Una lista que realizar. Nuevos obstáculos que superar. Todos los derechos reservados ©

Sebastián Videla poseía los ojos de un demonio melancólico, tan frágil y dañado que Ángela nunca recuperó lo que llegó a amar. Las almas gemelas simbolizan una misma luz distribuida en dos cuerpos mortales; algo que ni el mundo, ni ellos mismos, comprenden. Al ser separados, el vacío residirá en sus espíritus hasta que logren volver a fusionarse. Ángela y Sebastián se conocieron desde niños; su amor fue palpable incluso entonces, tan profundo e intenso que comenzó a corromperlos. La dulce ingenuidad infantil se tornó en un monstruo enfermizo de obsesión, odio y dolor, pero seguía siendo amor, según ellos; una relación problemática que los engullía en su seno, destruyendo a dos personas que compartían un mismo corazón. Contrario a la creencia popular, encontrar a tu alma gemela no significa felicidad. ¿Qué haces cuando tu otra mitad ha sido contaminada por la humanidad y no desea la salvación? El chico que conoció cuando tenía nueve años había desaparecido. Su oportunidad de alcanzar la felicidad absoluta se fue. Ahora estaba decidido a destruirla y convertir su vida en un verdadero infierno, amándola como solo él podía hacerlo.