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  • LO RARO
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    desde que el dedo de Dios me dio el poder del entendimiento, pensé que mi vida iba a ser tal cual como el manual de los normales. Ahora, sentado en una banca del parque capital, a 3 calles de mi casa, escucho la algarabía y las personas que celebran, escucho el chisme de los sin-trabajo que critican