Y llegaste.
- ¿Por qué me odias? -. Preguntó con un tono que escondía cierta curiosidad pero tristeza. No podía sostenerme la mirada por lo que la regresó a su cuaderno descansando en su regazo. - No me fastidies-. Dije a regañadientes ya cansado de tener que verlo. - Eres un maldito inmaduro-. Suelta sin siquiera mirarme con un...