Dulce negligencia.
Porque sus manos eran firmes y precisas cada vez que me tocaba. Porque sabía cómo hacerme rogar mientras mantenía esa compostura tan impecable. Porque me deshacía una y otra vez, haciéndome desear por más, siempre por más... sin dármelo, no hasta que él así lo deseara, porque todo era bajo su mandato. Esta es una hist...
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