Era un chico; pelo castaño oscuro, barbilla afilada y ojos delineados. Park Jimin lo supo por la mirada descarada que le obsequió. Tenía una guitarra en el regazo y acomodaba una gorra en el suelo que contenía dinero. Rescató un poco de su pésimo miércoles con esa sonrisita que no podía ser legal si le arrugaba la nariz, si hacía sus ojos desaparecer, y no tuvo más remedio que encogerse en sí mismo. -Por cierto, dime Jungkook. -Encantado, Jungkook.

Park Jimin, un estudiante Coreano de 17 años, luego de un día normal de clases al llegar a su casa se entera por un llamado telefónico que su mejor amigo, Suga, se había suicidado, luego de escuchar esta trágica noticia Jimin sintió un gran vacío dentro de sí mismo, no podía creer que Suga fuese capaz de hacer tal acto. Luego de un par de días, después del funeral, Jimin se encerró en su habitación a llorar, lo único que hacía era llorar, no podía aguantar con tanto dolor, en un momento se levantó, abrió su mochila y sacó una afilada navaja, estaba decidido, lo iba a hacer, se iba a quitar la vida, en ese momento su celular suena, y recibe un mensaje, rápidamente corre a ver de quién era y se encuentra con la sorpresa de que era Suga, diciendo: -Jimin... ¿estás ahí?