¡La alegría de vivir! Y una mierda, eso para que sirve. Mis amigas y yo siempre tenemos un motivo para celebrar, desde tener un millón de esterlinas, hasta que crezca el pasto de la casa de al lado, según las personas solo son excusas para estar de locas y borrachas. Y luego esta lo que yo pienso. Y ahí está el quid de la situación. Amo a mis amigas y me encantan nuestras celebraciones, pero una vez que nos separamos las cosas cambian. Tengo más de lo que muchos desearían en la vida, un buen trabajo, grandes amigas, enorme familia, pero aun falta algo y aunque tratamos de no pensar en ello siempre está ahí, esperando los momentos más oscuros para atacarte, destriparte y desternillarse de la risa sobre tus restos. Pero lo que el amor no sabe es, que espero que lo intente.

Cuando un Marine se siente solitario después de regresar de la guerra, encuentra un pequeño lugar al que podría llamar hogar en la hacienda St Anne, hasta que vio a Abigail Woods y no hubo duda de donde estaba su hogar.

Estábamos observando el nuevo ganado del señor García, papá de mi mejor amiga Valentina. La verdad yo no sabía nada de ganado o animales. Hacía ya nueve años que me había ido de aquí y apenas unos días volví. -Hemos traído un nuevo ganado lechero Sr. García. - dijo la mano derecha del señor. -Espero me de tan buenos resultados como el que ya tenemos. - Respondió el señor García. -Tobías lo trae, mira. - Señaló el corral. Al corral comenzó a entrar unas vacas negras con blanco y de tras de ellas un caballo grande, blanco, el pelo del animal brillaba indicando que era un caballo fino y puro. El muchacho que lo montaba era mucho más llamativo que el caballo. Vestía unas botas vaqueras, un pantalón de mezclilla con una camisa a cuadros roja y un sombrero blanco. El cuerpo se veía más que bien trabajando. Encerró el ganado y comenzó a correr en el caballo. Ese tipo si que es un verdadero vaquero.