Un tropiezo con el destino.
A mi edad muchas cosas ya no lograban asustarme, como el monstruo debajo de la cama del que siempre tenía miedo cuando estaba pequeña, ahora las cosas que realmente me asustaban de sobremanera era el amor, la amistad, las sonrisas falsas, cosas que hubiesen sido irrelevantes para una yo de ocho años, pero sin embargo...