Alessia tiene dieciocho años pero sigue siendo una niña. Como toda niña que quiere ser buena, trata de portarse bien y de no enfadar a su madre; y procura que al final del día no haya ningún código en su muñeca. No obstante, un acontecimiento que aparentemente no era demasiado grave romperá con ese orden que había intentado conservar en su vida. Así conocerá a Petyr, un hombre que sabe de ella más de lo que cree, y en quien no va a tener más remedio que depositar su confianza; en especial ahora que el inconsciente ya no tiene miedo de salir y que el código ha empezado a fallar. Importante: La historia fue escrita en 2019 y no está revisada. Contiene errores y fallos argumentales. Lamento las molestias. [Registrada en SafeCreative bajo el código 1906291318987. Prohibida la copia total o parcial]

¿Puede algo insignificante cambiar el destino de todo un reino?

En una Galicia mítica llena de leyendas vivas, dónde los espíritus buscan consuelo y las meigas se esconden entre los árboles, las mujeres del pueblo de Augasantas viven encerradas, temerosas de una maldición que las transforma y les da instintos de animal al caer la noche. Núa, la tejedora de redes, vive soñando el bosque a través de su ventana, con sus ríos y su pazo en ruinas, pero es consciente que le está prohibido salir. Entre las culpas secretas de su familia y una naturaleza que se desborda, la muchacha pasa sus días construyendo jaulas de plata para su padre, con las que capturan ruiseñores y jilgueros, y otras aves cantoras. Entonces, al cumplir los trece años, el mal le llega a ella también.

En las noches de luna, Inés repite un ritual que consiste en su mutilación entre las espinas del rosal. Cuando era niña, lo perpetuaba en nombre de aquel amor cruel, negado por su madre. Ahora que ella está muerta ¿cuál es la causa de su sufrimiento? ¿Quién ha de consolarla? La amable Dolorosa, o acaso otra figura en las sombras...