-¿Y por qué tendría que creerte?
Una lágrima se desliza por su mejilla, y me siento tan miserable. Nunca me perdonaré el daño que le hice.
-Porque, aunque me cueste aceptarlo, tú eres mi debilidad.
-¿Cuál es tu maldito problema? -espeto enfadada.
-Tú, tú eres mi maldito problema.-dice furioso.
No se admiten copias o adaptaciones de esta obra. Gracias.