Cartas a un amor divino
Tener un lápiz entre los dedos y una hoja enfrente. Tener la mente ocupada con su cara sonriente, y por inercia, sonreír también. Ya sabes por donde comenzar, pero no como lo harás, proseguirán recuerdos de esos bellos sentimientos que aparecen casi simultáneamente ante su recuerdo latente. Lo sientes, y todo a su l...