Anahí dedicaba su vida a ayudar a los que más lo necesitaban, y eso puso en riesgo su vida. Mientras hacia su trabajo como voluntaria en Irán con la ONU, descubre quién es el verdadero patrocinador de las guerras más recientes en la región donde está. Lo único que le queda es escapar y esconderse mientras pueda entregar la información que tiene a alguien de confianza. Un mes cambiando de pueblo en pueblo, llega a Estados Unidos donde se va a tomar unas "vacaciones" donde su prima, que es secretaria de las Nuevas Especies, la que le servirá para esconderse por otro mes mientras elabora un plan. Pero todo se va al caño cuando los terroristas que la persiguen, la encuentran y entran a La Reserva y empiezan a cazarla. Sin embargo, lo que los terroristas no saben, es que se metieron en territorio ajeno y ahora tienen otro cazador que quiere la misma presa que ellos y no está dispuesto a perderla. ----------------- No se necesita leer las anteriores para entender esta.

Alexandra es casi considerada una Nueva Especie más. Su forma de comportarse y la lucha, la hace parecer una de ellos. Pero su aspecto de 1,60 cm no le hace mucha justicia. Lo que más le da rabia, a ella, es que consideren a las mujeres humanas frágiles; y ella les demostrará a todos, y en especial a Huffy, que puede ser un hueso duro de roer. Huffy queda hipnotizado por su olor, y su animal interno le dice que tiene que tenerla en su casa y en su cama, pero lo que no cuenta es que el espíritu de Alexandra es "salvaje". Sin embargo, eso lo pone mucho más interesante. Entre más grande el toro, es mejor la corrida. ------------------------------------------------- Esta historia, claramente, es un Fan-ficción de la saga de libros de Nuevas Especies de la autora Laurann Dohner. Por lo tanto el mundo y algunos personajes son de ella; sin embargo, algunos los creé yo para la continuación de la novela pero trato de no alterar mucho lo que ella hizo. Esta historia es sólo con intenciones de entretener, sin esperar nada a cambio.

Lyla sabía que un café no sanaría su corazón. No le devolvería el tiempo, ni las sonrisas. No purgaría sus lágrimas. No enmendaría sus sueños rotos. Pero, al menos, le concedería eso a Caleb. Sería la última cosa que haría por él. Le daría un café para olvidar. Prohibida su copia y/o adaptación Código de registro en Safecreative: 1606078098193