Dicen que los cinco Reinos Olvidados florecieron sobre las cenizas de los otros cuatro. Que solo los más dignos sobreviven. Que la debilidad, como todo lo muerto, debe ser arrancada antes de que contamine la raíz. Y por eso, cada año, el Torneo de purificación se lleva lo que no está a la altura: cuerpos, linajes, desperfectos, humanos que no tienen el nivel para formar parte de la sociedad secreta que domina al planeta. Es la ley de los reinos ocultos, aquella que ha mantenido en secreto a las sociedades más poderosas del mundo. Pero este año, todo ha cambiado. Los herederos han sido convocados. La menor ha cumplido dieciocho y con ella, la cuenta regresiva ha comenzado. No hay lugar para errores. No hay espacio para el amor. Y aun así... Roma Valtieri y Milenka Blackwood van a complicarlo todo. Roma Valtieri, la guerrera más temida, la princesa del reino del Águila, ese de los mejores guerreros. Ella tan invencible como solitaria. Tan coqueta como mentirosa. Tan hermosa como letal. Todos la desean; ella no quiere a nadie. Todos la admiran; solo una la ha visto realmente. Todos quieren poseerla, pero nadie logra alcanzarla, nadie excepto ... Milenka Blackwood, la heredera del reino más poderoso que jamás se arrodilla. La princesa que arde sin pedir permiso. La que está diseñada para ser el arma de los cinco reinos. Ella, la más inteligente de todas y la que nunca ha tocado una espada. Esa que han mantenido oculta desde que nació. Encerrada en el abismo de su inteligencia con una sola misión: controlar mientras asesina sin usar su fuerza física. Entre ellas no debió existir más que cordialidad. Roma es la prometida de su hermano mayor, y del heredero. Pero eso no fue suficiente para detener lo inevitable. Se conocieron para ponerse al borde del abismo. Y ahora, deberán enfrentarse en él. Porque en el Torneo de Purificación, amar no es una salvación... ¡Es una sentencia!

La primera vez que la vi quise alejarla de todos los peligros. Quise correr con ella hasta un sitio donde se sintiera segura. Que nos escapáramos de la gente, de los policías, de mi padrastro y de los problemas.No me importó la edad cuando quise salvarla. Tener 9 años no fue un impedimento. Sus ojos grises lloraban, tenía la nariz roja del frío y nadie se percataba que estaba temblando. Le hacían muchas preguntas y apenas podía respirar. Quise correr, llevármela lejos y el plan de escape que había ideado para huir de mi padrastro y de esa mansión se hizo posible. Mi mente actuó por inercia para sacar a esa pequeña niña de la sala. Le dije que corriera, pero parecía ida. Terminó haciéndome caso y por alguna razón mientras subíamos las escaleras nadie fue tras nosotras. Es ilógico que seamos imposibles cuando desde que la vi me sentí inmortal. Comencé a tener más fuerza desde que pisó mi casa. Me sentí entusiasmada y casi nunca solía sentirme así. La felicidad no existía en mi vida, o al menos se fue alejando cuando fui consciente de que mi madre había confundido a una bestia con un príncipe azul. No sé por qué, pero cuando esa niña lloraba solo quise salvarla. Porque algo me decía que si había hecho algo malo no podía ser tan malo como para merecer tener un padrastro, era muy pequeña para saber que Alejandro era su padre, pero incluso si lo hubiese sabido habría hecho lo mismo. Me la llevé corriendo y dejaron de importarme las consecuencias. La primera vez que vi a Grace no lo sospechaba. Ella era mi mate y aunque ni siquiera era consciente de eso... supongo que al verla algo se activó. Antes de conocerme la conocí a ella. Antes de saber qué era ya sabía que lo único importante era protegerla. Mi madre dijo "a partir de hoy es tu hermana", y debió decirme: "A partir hoy se reproducirán tus problemas". Me dicen K, pero mi nombre es Katherine y Grace es la única que tiene permitido decirme Kathe.

Cuando las personas que más amas, te rompen, es difícil volver a unir esos pedazos. Victoria Brown, creía que cuando amas, la brecha para perderte a ti mismo es muy estrecha. Para Emily Wilson, el amor era un simple invento. Ella prefería lo estable, a las complicaciones. Ambas se conocieron para odiarse, o eso creían. Pero el espacio que compartían juntas, se transformó en aprendizaje. Una huyendo del amor, la otra de cualquier cosa que pudiera distraerla. Emily buscaba la perfección. Victoria quería romper con ella. Una historia que te sumerge en la magia de los encuentros. Una, que te cuenta que en la vida hay más de una versión. Que no puedes vivir huyendo para no enamorarte y que a veces el odio, es solo un escudo para no aceptar que es amor. Derechos de autor: Katherine Hoyer

Ella está completamente rota. Yo tengo la manía de querer repararlo todo. Ella es un perfecto desastre. Yo trato de estar planificada. Mi manía es el orden, y ella es un caos. Se aburre de la vida, habla del suicidio, nada la motiva excepto saltarse las reglas y ponerse al límite. Le gusta el peligro, a mí la cautela. El abismo vive en sus ojos. Y aunque somos tan diferentes, también somos inseparables. Sophia Pierce me habla del espacio, de otras vidas, de planetas. Y yo, supongo que soy su cable a tierra. No soy tan divertida. Quiero salvar vidas y me limito a la ciencia. Aunque mi reto principal, es salvarla a ella. Nunca pensé que mi último año de la preparatoria, sería el más emocionante. Yo, con solo dos amigos, una vida de estudios, se transformó en un revoltillo de emociones. Y por eso... quiero contar mi historia. A ella la expulsaron de su antiguo instituto. Después de cinco expulsiones "el destino" la llevó al mío. La amenazaron con que no duraría mucho. Yo deseaba que fuera así, hasta que el panorama cambió, y yo, que la odiaba, me encontraba esforzándome porque no la botaran. Así comienza esta historia: Me llamo Julie Dash y mi secreto es que estoy enamorada de mi mejor amiga.